domingo, 8 de septiembre de 2013

Siria y la intervención

Tras conocerse que el Congreso de EE UU votará una acción militar en Siria[i], parece cuestión de tiempo que EEUU y sus aliados lancen una ofensiva aérea contra el régimen sirio. La intervención se produciría en respuesta al presunto  ataque químico que las fuerzas de Bachar al-Asad lanzaron el pasado día 21 de agosto en diversos barrios de la periferia de Damasco, cobrándose la vida de más de 300 civiles según la organización Médicos Sin Fronteras[ii]. La veracidad de las acusaciones será determinada por un equipo de expertos de Naciones Unidad, que ya se encontraba en Siria con la finalidad de comprobar si armas químicas habían sido utilizadas en el país con anterioridad, tal como habían denunciado  ambos bandos[iii]. El hecho de que la misión la ONU se ciña a investigar únicamente el empleo, o no, de armas químicas, sin ir más allá a la hora de determinar la autoría de los mismos[iv], ha dejado la puerta abierta a numerosas especulaciones.  La agencia estatal de noticias siria SANA, así como otros medios de comunicación internacionales afines a Damasco, como es el caso de la cadena rusa RT o la iraní PressTV, se han apresurado en desmentir los hechos, llegando incluso a responsabilizar a los rebeldes del ataque químico.[v]

Lo cierto es que en los últimos meses se han denunciado una serie de incidentes aun sin esclarecer, en los que la sospecha del uso de armas químicas ha estado presente. El pasado mes de mayo, doce presuntos integrantes  del grupo yihadista Jabhat al Nusra, vinculado a Al-Qaeda, fueros arrestados en Turquía incautándoles 2kg de gas sarín en polvo[vi]. En una primera investigación llevada a cabo por Naciones Unidas, se acusó a grupos rebeldes de utilizar armas químicas contra las tropas sirias en la localidad norteña de Khan al-Asal, en las inmediaciones de Alepo a finales de marzo de este año[vii]. Aunque con posterioridad la ONU se desdijo, el incidente sigue siendo investigado.  Las fuerzas leales al presidente sirio tampoco han quedado exentas de sospecha. En mayo de 2013, los rebeldes  acusaron al ejército  de Al-Assad de emplear armas químicas en un ataque contra posiciones rebeldes en el barrio de Jobar, al este de Damasco[viii].

El último incidente, y hasta la fecha más grave, se produjo el pasado día 21 de agosto de madrugada, cuando proyectiles conteniendo presuntamente agentes tóxicos impactaron simultáneamente en los barrios de Ain Tarma, Irbin, Jobar y Zamalka, situados al este de la capital, así como al oeste de la ciudad, en la zona residencial de Moudamia, causando la muertes a cerca de 1300 civiles según las últimas cifras difundidas por la oposición[ix] . El hecho que las zonas atacadas se hallasen bajo control de las fuerzas rebeldes, así como la gran superficie afectada por el ataque, lo que implica un alto grado de sofisticación armamentística del que carecen las fuerzas rebeldes, hace indicar con casi toda seguridad que las fuerzas leales al presidente sirio han sido las responsables de este último macabro incidente.

EEUU y sus aliados no han tardado en apelar al deber humanitario y moral de defender a la población siria de su despiadado presidente[x]. Sin embargo, cabe recordar que en lo que va de conflicto más de 100000 civiles han perdido la vida[xi], (en este caso, muertes causadas por armas convencionales y no por ello menos mortíferas), sin que la comunidad internacional haya movido un dedo por intentar frenar el baño de sangre en Siria. La decisión de bombardear Siria responde a criterios estratégicos más que humanitarios, y no ha sido consecuencia de esta última masacre. Dicha medida venía fraguándose desde hacía meses en Washington, Londres y Paris[xii], y probablemente se terminó por adoptar tras la toma de la ciudad de Al-Qusair a principios de Junio de 2013 por parte de las tropas sirias apoyadas por combatientes de Hezbollah[xiii]. Hasta esa fecha, ambos bandos se hallaban en una situación de empate, donde ninguna de las partes parecía poder imponerse militarmente a la otra. Sin embargo, la entrada en acción de la milicia libanesa, Hezbollah, hizo que la balanza se decantase del lado de Bachar Al-Asad. Espoleados por su victoria en Al-Qusair, las tropas sirias realizaron considerables avances en la zona de Homs y la periferia de Damasco, y lograron afianzar sus posiciones al sur del país en la zona de Deraa[xiv]. Con las fuerzas de régimen llevando la iniciativa, EEUU y sus aliados decidieron suspender la conferencia de paz de Ginebra[xv], prevista para Junio, sabedores de que Al-Assad tenia cogida la sartén por el mango. Armar a la oposición siria, sin intervención militar directa por parte de EEUU y sus aliados occidentales, ha demostrado  no ser suficiente para lograr doblegar al régimen de Damasco y forzarle a negociar una salida pactada del poder. A nivel político, la oposición siria ha sido incapaz de superar sus divisiones internas y  aglutinar a las fuerzas opositoras[xvi]. La ausencia de un liderazgo político claro y la falta  de un fortalecimiento institucional[xvii] en las zonas liberadas ha restado credibilidad a los opositores a la hora de presentarse ante la comunidad internacional como una  alternativa fiable al régimen de Damasco.

La pregunta que se desprende parece obvia, ¿por qué si la situación le era favorable al régimen, se llevó a cabo un ataque químico que conllevaría una respuesta militar inmediata por parte de los EEUU?

Los planes de Washington para forzar a al-Asad a abandonar el poder no estaban yendo como la Casa Blanca esperaba, y las tropas sirias, con el apoyo de Irán y Hezbollah se estaban imponiendo en el campo de batalla. Una victoria iraní en Siria sería intolerable para EEUU, Israel y las petro-monarquias del Golfo, por lo que una intervención militar se empezaba a hacer indispensable para reequilibrar la relación de fuerzas en favor de la oposición siria. Frente a esa más que segura intervención, y en un intento por disuadir a EEUU de atacar Siria, las tropas de Al-Assad decidieron lanzar un ataque químico en la madrugada del 21 de agosto contra grupos rebeldes apostados en la periferia de Damasco. El mensaje era claro, si se producía un ataque, el régimen respondería con su arsenal químico para protegerse. Desafortunadamente para el presidente sirio, su estrategia disuasoria no ha funcionado y ahora tendrá que hacer frente a un ataque aéreo liderado por EEUU. Aunque no todo está perdido para el dictador. Hoy por hoy, Washington no tiene un recambio fiable al actual régimen sirio, por lo que la inminente ofensiva aérea no tendrá como objetivo derrocar a Bachar Al-Asad del poder, sino más bien disuadirle del uso de armas químicas en el conflicto sirio y permitir a la oposición siria sentarse en un futuro a la mesa de negociaciones en una posición ventajosa.

Lo que debemos lamentar es que la Comunidad Internacional no actuase mucho antes para frenar las matanzas  en Siria, y que solo lo haga ahora cuando desde Occidente se teme una victoria iraní en Siria. La contundencia de la que, según parece, Occidente hará gala para forzar al presidente sirio a que ponga fin a la represión que ejerce sobre sus conciudadanos (contundencia a la que no me opongo), no estaría de más que también se viese reflejada en otros casos de flagrante violación de las normas internacionales como en el caso de Israel en su ilegitima ocupación de los Territorios Palestinos.


Edén Sánchez, es politólogo y analista político especializado en Oriente Medio
edensanchezgil@hotmail.com



[xvii] Idem